Entonces sentí
a mi ángel de la guarda
tocando mi cabeza
y supe que no estaba sola,
las cosquillas de sus alas
jugaban con mi cabello.
Presente paz
silencio intacto
transparencia pura
protegiéndome
de las heridas
evitando
la fatalidad.
Me acunaba su silencio,
la belleza que traía
desde aquél lugar secreto
que sólo es conocida
por algún alma
que por descuido
ha trepado al cielo
y que yo, apenas,
solo pude sospechar.
Viviana F. Pelle
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