miércoles, 2 de abril de 2008

Prisión de soles muertos


Es silencio esta noche
de nubes rotas arrojadas al abismo.
¿A quién debo preguntarle mi ayer
si mi vida es todo hoy y está vacía?

Se despiden con adioses y con copas
se alegran o lloran y brindan las campanas
de los templos de antaños países habitados
por seres extraños. Escucho sus voces,
sus acentos en lenguas extrañas.

No entiendo este alejarme de todo,
yacer bajo la mesa de luces titilantes.
Mi almohada se seca de las lágrimas del sueño
mas allá de la noche cuando no duermo.
Madrugada de negro. Lejos el corazón palpita
el devenir de varios sueños rotos.

Esta noche no estoy para nadie. Suena un timbre
y me voy hacia la hoja en blanco y la invado.

Esta noche me dejó atrapada en mi inocencia de no ser.

A lo lejos palpita una voz que me insiste
que regrese de este otoño tan pleno de siglo veintiuno.
La soledad está muerta en la maceta en donde antes
había una flor roja de pasión.

Algún día voy a abandonar esta prisión de soles muertos.

Viviana F. Pelle Pintura de Edvard Munch (1863-1944)