miércoles, 4 de agosto de 2010

Un día


Un día descubrí la máquina de escribir de mi papá y la maquiné, la maniquíse, me puse a teclear tecleando el arte de este combinar las letras e intentar entenderme, hacer algo de lo que hacía mi papá. Un día empecé a jugar con la máquina de escribir. Un día no estaba la máquina y empecé a rellenar mis cuadernos de letras de cosas al pasar, sin sentido y un día le dí sentido a varios sueños y escribí poesía.

Reloj número uno


Quiero que algún día suene el reloj para despertarme de este letargo de este no soñar o hacer soñando que no sueño

De la nada


Tanto tiempo pasó, pasé así, sentada, en la almohada de la silla. De la nada me sostiene un ángel muerto.


Sí, rompí mi muñeca y la arrojé a la basura. Mi madre me daría la pena de muerte.

Muñeca


Hubo un día que fue nunca que nunca había escrito nada, de algo, de todo nací, para esto, lo otro, aquí yace entre la nada mi muñeca rota por mis manos neutras que la asesinaron hace unos días.

Pies


Mis pies allá lejos quedaron afuera de un costado de mi lado de la almohada, de mis sábanas vacías de mí, de mi ser toda, yo. ¿Cuándo fue el día en el que abandoné mis sueños?

Reloj


Un reloj es algo muy personal. El tiempo es totalmente algo personal. Un reloj pulsera es algo mucho más personal. Que haya un reloj en una torre altísima en el centro londinense, eso, eso es algo de otro mundo. En retiro hay una copia del tiempo. Todos se van, vuelven, caminan como hormigas, van a trabajar como labriegos y tienen suerte y no tanto. Yo no sé que hago todavía aquí y sé que no todo es cuestión de suerte.